sábado, 21 de mayo de 2016





Había una vez un amplio país blanco de papel. El Rey de este país era el Compás. ¿Por qué no?


El Rey Compás vivía en un gran palacio de cartulina en forma de icosaedro, con dieciocho ventanitas. Cualquiera de nosotros estaría contento en un palacio así, pero el Rey Compás no. Estaba siempre triste y preocupado.
Porque para ser feliz y rey completo le faltaba encontrar a la famosa Flor Redonda.

Jo jo jo jo jo, sin la Flor Redonda no.



El Rey Compás tenía un poderoso ejército de Rombos, una guardia de vistosos Triángulos, un escuadrón policial de forzudos Trapecios, un sindicato de elegantes Líneas Rectas, pero... le faltaba lo principal: ser dueño de la famosa Flor Redonda.
El Rey había plantado dos Verticales Paralelas en el patio, que le servían de atalaya. Las Paralelas crecían, crecían, crecían... Muchas veces el Rey trepaba a ellas para otear el horizonte y ver si alguien le traía la Flor, pero no.
Había mandado cientos de expediciones en su búsqueda y nadie había podido encontrarla.
Un día el Capitán de los Rombos le preguntó:
–¿Y para que sirve esa flor, señor Rey?
–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor!
El Capitán Rombo, con miedo de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por el marco de la puerta.
Otro día el Comandante de los Triángulos le preguntó:
–Hemos recorrido todos los ángulos de la comarca sin encontrarla, señor Rey. Casi creemos que no existe. ¿Puedo preguntarle para qué sirve esa flor?
–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor! El Comandante de los Triángulos, temeroso de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por una de las dieciocho ventanas del palacio.
Otra tarde la Secretaria del sindicato de Líneas Rectas se presentó ante el Rey y tuvo la imprudencia de decirle:
–¿No le gustaría conseguir otra cosa más útil, señor Rey? Porque al fin y al cabo, ¿para qué sirve una flor?
–¡Tonta, retonta! –tronó el Rey–. ¡Solamente las tontas retontas preguntan para qué sirve una flor! La pobre señorita Línea, temerosa de que el Rey la pinchara, se escurrió por un agujerito del piso.
Poco después llegaron los Trapecios, maltrechos y melancólicos después de una larga expedición.
–¿Y? ¿Encontraron a la Flor Redonda? –les preguntó el Rey, impaciente.
–Ni rastros, Majestad.
–¿Y qué diablos encontraron?
–Cubitos de hielo, tres dados, una regla y una cajita.
–¡Harrrto! ¡Estoy harrrto de ángulos y rectas y puntos! ¡Sois todos unos cuadrados! (Este insulto ofendió mucho a los Trapecios).
¡Estoy harrrto y amarrrgado! ¡Quiero encontrar a la famosa Flor Redonda!
Y todos tuvieron que corear la canción que ya era el himno de la comarca:

Sin la flor redonda no. Jo jo jo jo jo.

Los súbditos del Rey, para distraerlo, decidieron organizar un partido de fútbol. Las tribunas estaban llenas de Puntos alborotados. Los Rombos desafiaban a los Triángulos.
En fin, ganaron los Triángulos por 1 a 0 (mérito singular si se tiene en cuenta que la pelota era un cubo). El Capitán de los Rombos fue a llorar su derrota en un rincón.
El Comandante de los Triángulos, cansado y victorioso, se acercó al Rey:
–¿Y? ¿Le gustó el partido, Majestad?
–¡Bah, bah!... –dijo el Rey, distraído, siempre con su idea fija–. No perdamos tiempo con partidos; mañana salimos todos de expedición.
–¿Mañana? Pero estamos muy cansados, señor Rey. El partido duró siete horas; usted no sabe cómo cansa jugar con una pelota en forma de cubo. –Tonto, retonto, mañana partimos.
A la mañana tempranito el Rey pasó revista a sus tropas. Había decidido salir él mismo a la cabeza de la expedición. Rombos, Cuadrados, Triángulos, Trapecios y Líneas Rectas formaban fila, muertos de sueño y escoltados por unos cuantos Puntos enrolados como voluntarios.
Allá se van todos, en busca de la famosa, misteriosa y caprichosa Flor Redonda.
La expedición del Rey Compás atravesó páginas y cuadernos desolados, ríos de tinta china, espesas selvas de viruta de lápiz, cordilleras de gomas de borrar, buscando, siempre buscando a la dichosa flor.
Registraron todos los ángulos, todos los rincones, todos los vericuetos, bajo el viento, la lluvia, el granizo y la resolana.
–Me doy por vencido –dijo por fin el Rey. Quizás ustedes tenían razón y la dichosa Flor Redonda no exista. Quizá no eran tan retontos como yo pensaba. Volvamos a casita.
Cuando volvieron, el Rey se encerró en su cuarto, espantosamente triste y amargado.
Al rato entró la señora Línea a llevarle la sopita de tiza y se preocupó mucho al verlo tan triste. –Señor Rey –le dijo para consolarlo–, ¿no sabe usted que siempre es mejor cantar y bailar que amargarse?
Cuando la señorita Línea se hubo deslizado por debajo de la puerta, el Rey, que no era sordo a los consejos, dijo:
–Y bueno, probemos: la la la la... Y cantó y bailó un poquito.
Bailando, bailando, bailando, descubrió sorprendido que había dibujado una hermosa Flor Redonda sobre el piso de su cuarto. Y siguió bailando hasta dibujar flores y más flores redondas que pronto se convirtieron en un jardín.

Jo jo jo jo jo, y la Flor la dibujó.





El pintor Wassily Kandinsky


Kandinsky es un pintor con mayúsculas, uno de los artistas que revolucionan la pintura del siglo XX con sus obras.
 Primero vamos a tratar de acercarnos a su vida para conocer un poco mejor el porqué de su obra.
 Si tenemos que contar a los niños una pequeña biografía de Kandinsky debemos decir que era de origen ruso, nació en una zona cercana a china en el año 1866, aunque también residió en otras zonas de Rusia como Moscú y Odesa. Tenía gran interés por la pintura pero no será hasta que vea una exposición de impresionistas en Moscú cuando se decante finalmente por esta opción sorprendido por algunas de las obras que pudo ver allí en el año 1895.
Pasará los siguientes años de su vida en Alemania, asentado en Munich. En Rusia va a colaborar durante unos años en diferentes proyectos educativos para después regresar a Alemania (el régimen nazi declaró sus obras como degeneradas y muchas fueron destruidas).
 Se dedico a la enseñanza y dicen que era muy buen profesor, también uno de los grandes teóricos de la pintura, algunos de sus escritos son muy conocidos y apreciados por la crítica, teniendo plena vigencia en nuestros días, por ejemplo su obra De lo Espiritual en el Arte, que suele citarse en muchos comentarios de arte contemporáneo por su concepción acerca del color y las formas en las obras. Pasó sus últimos días en Francia, donde vivía desde 1939 en que adquirió la nacionalidad del país galo, allí falleció en el año 1944.
Acerca de su técnica debemos decir que cuando Kandinsky miraba el cuadro no era para él lo mas importante los objetos que aparecían en el mismo sino los colores que formaban parte del mismo y la fuerza que estos adquirían en la obra.
 Así en su obra se va produciendo una evolución desde del realismo objetual, en ocasiones cercano al fauvismo en el uso del color, a la abstracción, siendo una acuarela del artista pintada en el año 1912 la primera obra abstracta de la historia del arte (se trata de la obra que podemos ver bajo este texto). Gracias al arte abstracto se produce según el pintor una nueva época de esplendor para la pintura. El arte de este nuevo lenguaje debe basarse en el color pero no aplicado de forma aleatoria sino con unas reglas que deben seguirse para que la gradación del mismo sea correcta y agradable a los ojos, por ejemplo el amarillo es un color de interior, mientras que el negro es un color de cierre, por poner un ejemplo.
Sus obras poco a poco se van acercando a la abstracción geométrica, porque serán este tipo de formas las que predominen en sus cuadros, combinando con líneas, puntos y el uso del color como si fuera una composición musical, afición que tenía desde joven ya que escuchaba música mientras pintaba, tratando de representar su experiencia interior, combinada de manera mágica, cálida y agradable, adquiriendo este tipo de formas un protagonismo tan grande y tan importante como el que tiene el color en el cuadro. 
Así el amarillo es un color más cálido frente al azul que tiende más a la frialdad, aunque también representa la calma. La claridad es el blanco y por el contrario el negro representa la oscuridad, el blanco permite y el negro niega, representa el silencio eterno. El rojo es cálido, alegre y agotado, mezclado con el negro nos produce marrón que preludia cierta tensión, mientras que si lo mezclamos con amarillo nos produce un color cálido y agradable como es el naranja. Azul y amarillo nos producen verde, un color que alude a la calma.






LOS COLORES
LA ESCALA CROMÁTICA


EL CIRCULO CROMÁTICO O LA RUEDA DE COLOR

circulo Cromatico colores con acuarelas

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